La transformación digital se ha convertido en una de las principales prioridades del tejido empresarial en el mundo posterior a la pandemia. De acuerdo con el Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito en España, que impulsan Crédito y Caución e Iberinform, el 55% de las empresas españolas está digitalizando sus procesos financieros y un 23% adicional considera que debería estar entre sus prioridades estratégicas.
Las necesidades impuestas por el trabajo a distancia han acelerado esta tendencia modificando la forma de organizarse de muchos modelos de negocio. La digitalización permite a las empresas ganar resiliencia en escenarios no presenciales, minorar las vulnerabilidades de su continuidad de negocio y aprovechar las oportunidades que ofrece la robotización de procesos.
La función financiera es una de las áreas que más depende del papel y de la ejecución manual de procesos. Especialmente entre las pymes, el confinamiento supuso para muchas de ellas la imposibilidad de acceder a sus sistemas de contabilidad al no estar en la nube. Aunque se han producido grandes avances en la emisión de facturas en formato digital, la práctica habitual sigue siendo la gestión de facturas y gastos a través del correo electrónico o mediante soportes físicos, con sistemas de aprobación manual y control a través de hojas de cálculo.
La falta de transformación digital hace que el acceso a la información sea más lento, ralentiza también las decisiones empresariales y dificulta la planificación. La digitalización agiliza procesos y permite la robotización de las operaciones mecánicas, lo que genera mayor eficiencia, menores costes y un mejor aprovechamiento de los recursos humanos, dedicados a tareas analíticas y prospectivas de mayor valor añadido.
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