El aire comprimido como fuente de energía o parte de un proceso es un elemento vital en la industria. Su calidad deberá ser la adecuada a los requerimientos de cada proceso, sobre todo si las exigencias de este son muy elevadas, como puede ocurrir en la industria química, hospitalaria o farmacéutica.
La base del aire comprimido es el aire atmosférico aspirado por un compresor. Con la corriente de aire que entra en el compresor van mezclados contaminantes que son introducidos por el propio compresor en la red de aire comprimido. Por otro lado, la tecnología del compresor usado también puede incrementar esa contaminación con productos como el aceite de lubricación.
El aire comprimido puede contener diferentes tipos de contaminantes. Entre ellos destacan:
Habitualmente, el compresor ya lleva instalado algún sistema con filtros que permite reducir el impacto de los contaminantes en el interior del equipo. Estos sistemas no están pensados para proteger la línea de aire, por lo que será necesario instalar aguas abajo del compresor una serie de equipos diseñados para el tratamiento del aire comprimido en todo su circuito hasta el punto de consumo.
Estos equipos se pueden dividir en los siguientes grupos:
- Filtros para aire comprimido. Son los encargados de eliminar partículas sólidas y aerosoles de hidrocarburos. En función del tamaño de las partículas será necesario instalar un tamaño de filtro o una combinación de varios filtros. Estos filtros suelen ser de tipo coalescente, con lo que pueden eliminar también una cantidad de líquido (agua y aceite) que expulsan al exterior por su sistema de purga.
En el caso de los aerosoles, lo habitual es la instalación de filtros de carbón activo que eliminan los vapores de aceite, reduciendo ese contaminante al mínimo. En función del tipo de filtro o temperatura del aire comprimido pueden llegar a valores de 0,001 mg/m3. En el caso de aplicaciones muy sensibles con este contaminante se pueden usar tres alternativas:
- Separadores ciclónicos. Son unos equipos similares a los filtros que se instalan en las redes de aire para separar el agua en su fase líquida, evacuándola al exterior por su sistema de purga.
- Filtros bacterianos. Son filtros especialmente diseñados para la retención de bacterias. Estos filtros deben ser esterilizados periódicamente para la eliminación de dichas bacterias. Su esterilización se realiza mediante vapor o en autoclave.
- Secadores frigoríficos. Estos equipos están diseñados para eliminar el agua de la corriente del aire comprimido. Para ello enfrían el aire hasta un punto de rocío de unos + 3ºC y recogen el agua condensada en ese proceso, eliminándola al exterior por su sistema de purgas.
-Secadores de adsorción. Al igual que en el caso anterior, estos equipos eliminan el agua de la corriente de aire, pero por el método de adsorción. Este método consiste en el secado del aire en una torre provista de alúmina activa o tamiz molecular y que tiene la propiedad de retener el agua. Los equipos llevan instaladas dos torres con ese producto. Mientras una de ellas está en el proceso de secado, la otra se está regenerando para sustituir a la que está secando cuando llegue a su saturación. De esta forma y rotando las dos torres se consigue un proceso en continuo.
-Filtros de absorción. Estos filtros funcionan como un secador, absorbiendo el vapor de agua de la corriente de aire. La diferencia con el sistema anterior es que en este caso no hay regeneración posible, sino que una vez saturado el desecante, se tiene que cambiar por uno nuevo.
La norma ISO 8573-1 fue aprobada para regular el nivel máximo de contaminantes en el aire comprimido. Principalmente, se refiere a tres de los contaminantes más habituales: humedad, nivel de partículas y residual de aceite.
La norma establece una combinación de números que determinan una clase de aire comprimido en función de su nivel de contaminantes.
Cada clase está formada por tres categorías cuyos números definen el contaminante:
Para el tratamiento del aire comprimido son imprescindibles secadores especialmente diseñados para ese trabajo. El uso de un sistema de secado u otro o la combinación de diferentes filtros para aire comprimido dependerá de cada aplicación o necesidad específica del proceso.
Siempre es recomendable consultar con los fabricantes especializados en el tratamiento del aire comprimido para que aconsejen sobre la mejor solución.
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