En cualquier instalación de aire comprimido se generan condensados producidos por la expansión y compresión del aire, así como por los cambios continuos de temperatura en todo el proceso de compresión y tratamiento.
Cuando el agua condensada procede de un sistema que usa compresores lubricados lleva consigo una parte del aceite de lubricación. Conforme a las normativas de protección medioambiental, ese condensado no se puede verter en la naturaleza ni en la red de saneamiento de las ciudades o polígonos industriales.
Para poder verter el agua condensada a la red de saneamiento es imprescindible limpiarla antes del aceite emulsionado que puede incorporar. Para ello, se emplean equipos denominados separadores de agua y aceite.
Existen diferentes modelos y sistemas para realizar ese trabajo, pero todos ellos se basan principalmente en los siguientes principios:
A pesar de que el agua condensada, una vez tratada en los separadores de agua y aceite, se puede verter en la red de aguas residuales, es de obligado cumplimiento verificar que el equipo está funcionando correctamente y los filtros no están saturados. Para ello, se suelen incorporar elementos de medición por contraste que permitirán al operario decidir si el agua condensada está limpia o no y si es necesario un cambio de filtros en el equipo.
Es necesario seguir el proceso de reciclaje que la ley indique en la localidad donde se produce.
Tanto su recogida, como su tratamiento, reciclaje o eliminación están recogidos en las leyes medioambientales del país o región donde se produzca. Es obligación del productor su manejo adecuado. En algunos países se obliga al reciclado de este residuo a través de empresas autorizadas que deberán entregar un justificante donde se indique el proceso de recogida.