Desde un punto de vista meramente químico, un proceso catalítico es en el que se emplea un catalizador para alterar el desarrollo de una reacción acelerando o ralentizando su proceso, provocando la formación de otros subproductos.
El ejemplo del proceso catalítico más conocido es el del tubo de escape de los automóviles. Se utiliza para reducir la emisión de los gases contaminantes producidos en la combustión interna del motor a la atmósfera.
En este caso, el proceso catalítico realiza dos funciones distintas:
Existen muchos otros ejemplos de este tipo de proceso, pero posiblemente uno de los más innovadores es el de la eliminación de los hidrocarburos en forma de aerosoles que están presentes en el aire comprimido procedente de compresores lubricados.
Su funcionamiento se basa en la oxidación de los mencionados hidrocarburos transformándolos en otros elementos no contaminantes para el proceso como son el dióxido de carbono (CO₂) y el agua (H₂O).
Para tener más información sobre este proceso leer el artículo La exención de aceite con tecnología catalítica.
Otros términos
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