En los últimos años se observa una mayor conciencia social acerca de la importancia de llevar a cabo una transición energética que favorezca el aprovechamiento de las fuentes renovables de energía, para así reducir la huella de carbono.
El precio de la electricidad ha subido a un ritmo vertiginoso y en la última década el coste de las instalaciones fotovoltaicas ha caído hasta un 80%, presentando periodos de amortización de estas inversiones de entre 3 y 5 años. Además, se prevé que los costes de almacenamiento de energía con baterías también lo hagan de forma progresiva. Todos estos factores, unidos a un marco legal cada vez más favorable desde la derogación del Impuesto al Sol en 2018, han propiciado estimaciones tan favorables como las que hablan de que el autoconsumo solar podría alcanzar los 15 GW de capacidad instalada para 2030.
En el caso de las empresas industriales, se prevé que, a lo largo del próximo lustro, hasta un 50% de las cubiertas industriales incorporen placas solares. A su vez, se estima que, para el año 2030, habrá aproximadamente 2 millones de instalaciones de autoconsumo fotovoltaico en hogares españoles, según los datos aportados por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) a lo largo de los últimos años. Actualmente se da un escenario favorable para adoptar sistemas que confieran un cierto grado – o incluso total – de independencia con respecto a la red eléctrica.
Al tratar el tema del autoconsumo es inevitable que sobrevuelen otros conceptos como el de operatividad, fiabilidad o intermitencia. Es importante saber que, cuando los usuarios se plantean la desconexión “total” de la red eléctrica, están renunciando a la fuente de energía más fiable a la que se tiene acceso, es decir, a aquélla que mayor fiabilidad confiere.
Pueden darse situaciones en las que el acceso a la red no sea, ni tan siquiera, una opción y el autoconsumo cobre más sentido que nunca; o que lo que se quiera sea unir lo mejor de los dos mundos, y se desee convertir la red en una fuente secundaria que abastezca si el sistema de energía fotovoltaica no es suficiente para cubrir las demandas energéticas.
Lo razonable es que se busque garantizar la operatividad de la instalación, o lo que es lo mismo, disfrutar de un suministro de energía ininterrumpido. Y, para ello, habrá que hacer frente a la intermitencia de las fuentes de energía renovables, una intermitencia que viene dada por la variabilidad y no disponibilidad constante de la generación de energía proveniente de estas fuentes.
A diferencia de las fuentes de energía convencionales, como los combustibles fósiles, la generación de energía renovable está influenciada por factores naturales y climáticos que pueden causar fluctuaciones en la producción de energía.
La intermitencia de la energía solar se debe a que la generación de electricidad a partir de paneles solares depende de la disponibilidad de la luz solar. Durante la noche o en días nublados, la generación de energía solar se reduce significativamente.
La intermitencia de estas fuentes de energía renovable puede plantear desafíos en la integración a gran escala en las industrias y hogares, pues la demanda de electricidad no siempre coincide con la disponibilidad de energía renovable, lo que puede generar una brecha entre la oferta y la demanda en determinados momentos, y el proyecto puede dejar de ser todo lo interesante que debería.
Para abordar esta intermitencia, se requieren soluciones de respaldo, como son los sistemas de almacenamiento de energía con baterías y/o los grupos electrógenos. La elección de una u otra, o de ambos a la vez, será resultado de un análisis y decisión ponderados en base a lo crítico que sea mantener siempre operativo el suministro y a la combinación óptima desde el punto de vista económico.
Hacer frente a la intermitencia de las fuentes de energía renovables y alejarse de la dependencia de la red, es más que posible. Esta problemática se puede subsanar mediante la implementación de todavía costosas soluciones de almacenamiento energético, o mediante la incorporación de grupos electrógenos que garanticen el suministro eléctrico al hogar o industria cuando la instalación de autoconsumo no pueda producir la energía suficiente para cubrir la demanda. Los grupos electrógenos proporcionan varias ventajas para garantizar la autosuficiencia energética de sistemas de energía con placas fotovoltaicas en comparación con el uso exclusivo de baterías:
Será fundamental realizar un correcto dimensionamiento de la potencia requerida por la vivienda o industria, tanto para evaluar si la instalación fotovoltaica será capaz de cubrir dicha potencia, como para conocer el generador necesario para garantizar el suministro. En este sentido, existen distintas opciones de generadores eléctricos, según la potencia requerida, pudiendo optar por equipos de gasolina para demandas por debajo de las 25kVA, o por generadores de diésel por encima de estas potencias.